Es una característica universal de todo éxito literario fulgurante que despierte el deseo de saber y conocimiento sobre ese universo literario que encandila al lector o al oyente, como bien conocen los guionistas de Hollywood, que han explotado sin descanso este filón de las secuelas y las precuelas. En el caso de la épica medieval, este deseo de ampliar y desbordar los límites se traduce en la creación de nuevos poemas de enfances o mocedades que perfilen las hazañas del héroe en su juventud y doten al personaje de un origen y entramado familiar y personal que colmen ese vacío de conocimiento. El texto conocido como Mocedades de Rodrigo cumple esa función: ofrece un relato de las hazañas del Cid en su juventud como contrapunto al Cid maduro del Poema. La trama gira en torno a un conflicto de honra, sustentado en una versión ficticia del matrimonio de Rodrigo y Jimena: en las Mocedades el desposorio se plantea como la solución a un enfrentamiento de linajes, motivado por la muerte en duelo del conde don Gómez, padre de Jimena, a manos de Rodrigo.
La mediación del rey Fernando I, que ofrece la boda como solución al conflicto, situará a doña Jimena entre el amor a Rodrigo y el deseo de venganza frente al matador de su padre. Este conflicto entre el honor y el amor se enlaza con una trama caballeresca que narra las hazañas bélicas de Rodrigo y, en particular, cinco grandes lides, entre las que se incluye una invasión de Francia, en las que se forja el mito del Campeador. El poema de las Mocedades ofrece una visión muy distinta del héroe respecto del Rodrigo del Poema de mio Cid; aquel se pinta como vasallo rebelde e insumiso, este como fiel a su rey, aquel es orgulloso y altanero, este mesurado y leal. El poema se ha transmitido de manera fragmentaria, ya que solo se conservan 1164 versos, precedidos de un fragmento inicial en prosa, en el manuscrito Espagnol 12 de la Biblioteca Nacional de Francia, copiado en el siglo XV. Muchos críticos piensan que el texto que hoy conocemos constituye una refundición de c. 1360, debida seguramente a un clérigo de la diócesis de Palencia, de un poema anterior de finales del siglo XIII, una *Gesta de las Mocedades de Rodrigo. Otros, en cambio, abogan por considéralo un poema de nuevo cuño, compuesto en el propio siglo XIV.