Los testimonios son los soportes físicos, manuscritos o impresos, en los que se han conservado los textos medievales. En el caso de la épica castellana, los testimonios conservados tienen en común dos rasgos principales: (a) son casi todos testimonios únicos (el Poema de mio Cid, las Mocedades y el Roncesvalles se han conservado casi por azar en una sola copia manuscrita); (b) son todos ellos testimonios tardíos, copiados en una fecha muy posterior a la fecha de redacción original de los poemas épicos que han transmitido: estos se compusieron entre finales del siglo XII y mediados del siglo XIII, aquellos se copiaron en el siglo XIV como muy pronto. Esta divergencia entre fecha del texto y fecha del testimonio aboca a los críticos a una necesaria labor de reconstrucción textual y lingüística para tratar de dilucidar qué aspectos de los textos conservados se deben a los poetas épicos y cuáles a los copistas de los manuscritos. Gracias a la base de datos PhiloBiblon, de la Universidad de Berkeley, contamos con descripciones detalladas de los distintos testimonios épicos, cuya referencia se ofrece según sus convenciones (BETA manid, por el nombre del catálogo y la identificación del manuscrito).